Hace no muchos años, un economista con un particular peinado y una impetuosa manera de expresarse, comenzaba a abrirse paso entre los medios acaparando la atención de los argentinos. Transmitiendo los sentimientos de hartazgo y enojo que caracterizaban a la sociedad, poco a poco, su imagen política fue creciendo hasta que el 10 de diciembre del 2023 Javier Milei asume como presidente de todos los argentinos.
En su discurso de asunción, el nuevo mandatario trajo a colación diversas crisis que golpearon a nuestro país en el pasado. Comparando la actualidad económica y política con aquellas y afirmando, incluso, que la situación era aún más crítica que en aquel entonces.
“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. Jorge Ruiz de Santayana.
¿Conocemos la historia de nuestro país? ¿Será que repetimos una y otra vez los mismos errores con independencia del partido político de turno? ¿Qué es lo que hace que Argentina padezca siempre las mismas “enfermedades”?
Una de las mayores crisis que golpearon a nuestro país fue la de 1975, donde tuvo lugar el famoso “Rodrigazo”. El fuerte ajuste que aplicó el entonces ministro de economía, Celestino Rodrigo, tiene ciertas similitudes con el ajuste que aplica hoy el oficialismo. Ahora bien, ¿El resultado será el mismo?
En mayo de 1973, el peronismo volvía al poder después de casi dos décadas. El contexto se encontraba fuertemente revolucionado y la juventud peronista esperaba que el mandatario restaurara el orden y sobrellevara la situación de crisis. El entonces ministro de economía José Ber Gelbard, llevó a cabo un programa económico que consistía en políticas monetarias y fiscales fuertemente expansivas, pero con un pequeño -gran- detalle: Tipo de cambio fijo, tarifas congeladas y controles de precios. Como ya sabemos, estas recetas mágicas solo “funcionan” a muy corto plazo, mientras que las consecuencias son sumamente catastróficas ya que todo es financiado con emisión monetaria. En criollo, impuesto inflacionario.
Si bien la primera etapa del plan parecía tener un notable éxito, los efectos secundarios no tardaron en llegar. La fiesta del “plan platita” como lo conocemos actualmente, llegó a su fin y los desequilibrios económicos brotaron por doquier.
Así fue como el 5 de junio de 1975, asume el nuevo ministro de economía, Celestino Rodrigo, y da marcha a un fuerte proceso de ajuste. El mismo consistió en una devaluación de más del 100%, suba en tarifas de nafta, gas, electricidad y transporte, llevando la inflación mensual a niveles promedio del 25% y más del 300% anual. Lógicamente este esquema de shock ocasionó una fuerte caída de los salarios en términos reales.
Si bien el ajuste era necesario, no había reservas para financiar la actividad económica. Los intentos por restablecer los desequilibrios eran socavados por los incrementos salariales que eran financiados con más emisión, entrando nuevamente en el círculo vicioso que se pretendía cortar en un principio.
El plan de ajuste falló, en parte, por la imposibilidad de los trabajadores de soportar un nuevo golpe en sus salarios. Pero por sobre todo, por la falta de gobernabilidad y el debilitamiento político que presentaba el gobierno peronista.
Con la muerte de Juan Domingo Perón en 1974, la falta de confianza por parte del pueblo a la entonces vicepresidenta, María Estela “Isabelita” Martínez de Perón, quedó en evidencia. El caos político y económico tuvo un final desastroso, dando lugar a la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina, la cual ocupó el poder de facto en marzo de 1976.
La década del 70 presenta ciertas similitudes con el periodo actual, venimos de planes económicos que descreen la relación entre la inflación y la emisión monetaria, que aplican subsidios desmedidos sin evaluar las consecuencias que golpearán, sobre todo, al bolsillo de los sectores más vulnerables. Venimos de un fuerte atraso cambiario que llevó a las reservas internacionales a terreno negativo, entre otros problemas relevantes.
Es incuestionable que Argentina precisa de fuertes políticas de ajuste. Nos interpela saber si Javier Milei tendrá o no el poder de gobernabilidad que se necesita para poder llevar a cabo planes económicos de tal magnitud y si como sociedad estamos listos/dispuestos a internalizarlos.
Se vienen meses cruciales donde tendremos que decidir si queremos tener el pasado por delante o seguir la senda que adoptaron los países más prósperos de este siglo XXI.
Nicolás Omodeo.