En los últimos años, hemos sido testigos de la llegada y el rápido avance de la inteligencia artificial en nuestra sociedad. Esta revolución tecnológica ha generado cambios significativos en diversos sectores, transformando la forma en que vivimos y trabajamos. El avance de la tecnología es tan profundo que ha sido objeto de numerosas discusiones y análisis, como el fascinante libro de Andrés Oppenheimer, «¡Sálvese quien pueda!».
En su libro, el autor nos acerca algunos datos interesantes:
Blockbuster, la cadena de renta de videos, quebró en 2013. Había llegado a tener 60 mil empleados en su mejor época en el año 2004. Fue desplazada por Netflix, empresa que dio sus inicios con tan solo 30 empleados y hoy cuenta con un estimado de 13 mil a tiempo completo y más de 208 millones de suscriptores en todo el mundo.
De igual manera, la empresa de fotografías Kodak que contaba con más de 130 años de trayectoria y 145 mil empleados en 1988, se fue a la quiebra en 2012 siendo desplazada en buena parte por Instagram, la empresa que implementa la modalidad de fotografía digital entre otros medios de entretenimiento. La misma contaba con apenas 13 empleados en aquel momento.
Ahora bien, en vista de este escenario uno se preguntará. ¿Cómo puedo formar parte de estos cambios que van a tanta prisa?
El mercado de capitales ofrece hoy la posibilidad de invertir ya sea a nivel local, a través de CEDEARS, o internacional a través de acciones que cotizan en el extranjero, en un amplio abanico de empresas que están en el medio de la vorágine de los cambios de la tecnología artificial.
Algunas empresas que experimentaron aumentos exponenciales en sus cotizaciones fueron las siguientes:
Google, tuvo una increíble variación porcentual del 4.284% desde su salida a la bolsa en 2004 hasta la actualidad.
Facebook, que tuvo su debut en el mercado en el año 2012, experimentó una suba del 613% aproximadamente desde sus inicios hasta hoy.
Finalmente, Netflix, la empresa que lleva el cine a tu casa, tuvo una astronómica performance desde su primera oferta pública en el 2002 al día de hoy de aproximadamente 36.690%.
Los datos mencionados fueron extraídos del sitio bursátil YahooFinance. http://www.yahoofinance.com
Si bien los números lucen tentadores, los invito a que viajemos un poco en el tiempo.
La crisis dotcom, también conocida como la burbuja de las puntocom, fue un período de turbulencia financiera que ocurrió a finales de la década de 1990 y principios de 2000. Durante este período, hubo un auge especulativo en el mercado de valores relacionado con las empresas tecnológicas. A medida que aumentaba la inversión en estas empresas, los valores de las acciones se inflaban a niveles insostenibles. Es así que, a principios de 2000, la burbuja estalló y las acciones de muchas de estas empresas se desplomaron.
Si tomamos el Índice Nasdaq a modo de ejemplo (índice bursátil que representa a las empresas tecnológicas que cotizan en la bolsa de valores) para analizar el impacto que tuvo la crisis en estas empresas, podemos ver que el estallido tuvo efectos dramáticos.
El índice alcanzó su máximo histórico (hasta ese momento) el 10 de marzo del año 2000. Sin embargo, para el 9 de octubre de 2002, el NASDAQ, había experimentado una disminución de aproximadamente el 78% desde su máximo anterior. No fue sino hasta el 23 de abril de 2015, casi 15 años después, que logró recuperarse a sus niveles previos a la crisis.
Si bien las tres empresas anteriormente analizadas (Google, Facebook y Netflix) no existían al momento de la crisis, es importante tener en cuenta que se trata de un sector que crece a pasos agigantados y que en muchas ocasiones puede estar cotizando a valores mayores de los que realmente debería. Cabe resaltar también que los rendimientos pasados no implican rendimientos futuros. Es por ello que debemos hacer un análisis previo a invertir en ese tipo de empresas y saber que se trata de inversiones no aptas para aquellos con aversión al riesgo y que requieren de su tiempo de maduración en el tiempo.
Y vos. ¿Estás listo para invertir en tecnológicas?
Nicolas Omodeo.